Estudio de esparto
La localidad de Huéscar acoge en la Torre del Homenaje la exposición “ESTUDIO DE ESPARTO”, que se podrá visitar hasta el 15 de enero de 2022 en horarios habituales (viernes y sábados de 17:00 - 18:00) así como visitas grupales concertadas. En colaboración con el Excmo. Ayuntamiento de Huéscar y el grupo Aedificatio de la Universidad de Alicante.
Del 27 de noviembre de 2021 a 15 de enero de 2022.
Lugar: Torre del Homenaje - Huéscar, Granada, España.
Info y visitas: 958 00 39 38 / 673 911 888 / info@turismohuescar.es
A finales del año 2021 tuvo lugar un congreso sobre “arquitectura en tierra, construcción bioclimática y desarrollo urbano” en la localidad de Huéscar (Granada), que es uno de los pueblos dentro del Geoparque Mundial de la Unesco de Granada. La organización corrió a cargo del grupo de Gestión de Edificación y Patrimonio Aedificatio de la Universidad de Alicante en colaboración con el Ayuntamiento de Huéscar. A esta “expedición” fuimos invitados un ecléctico grupo de artistas, sociólogos, arquitectos, geólogos, historiadores, empresarios, para aportar nuestras visiones particulares sobre la puesta en valor de saberes vernáculos en el contexto del desarrollo local. Ahí coincidimos Antonio Jiménez, Ángel Hernández, Maria Giulia Alemanno, Purple Ryta, Massimo Olivetti, Maria José Collado, Paola Travaglio, Pablo de Gracia y Diana Jareño entre otros.
Antonio y yo le propusimos a Alicia Rodríguez hacer una exposición de pintura paralelamente al workshop, por la coyuntura del discurso estético de los cuadros de esparto, y nos cedieron el interior de la Torre del Homenaje para montar lo que llamamos “Estudio de esparto”. Ese espacio expositivo tiene una carga histórica enorme porque es un resto de la fortaleza Árabe que había en el lugar (ver Reino Nazarí de Granada) y cuya rehabilitación fue cuidadosamente proyectada por el arquitecto A.J. Torrecillas. Dentro de la torre, los muros desnudos de piedra y tapial iluminados de forma contrapicada parecen ajenos al paso del tiempo, evocando un misterioso sentimiento de amenaza y protección simultáneamente. En este sugerente entorno la exposición de pintura aportaba un inesperado regreso del esparto como algo también antiguo y vivo, colorido, poco que ver con la artesanía típica, inspirador para “algo nuevo” quizá, y que al igual que el relieve de los muros evocaba un equilibrio natural de luces y sombras.
Me dí cuenta de que decir esparto en Huéscar es tocar hueso. Porque estamos ante uno de esos pueblos ubicados en el hábitat natural de la planta, y donde muchas familias han vivido ligadas a su industria. Si eso lo ponemos en contexto junto con los registros de asentamientos neolíticos en la zona, mientras damos un paseo por alguno de los barrios de casas cuevas y espartales que existen al otro lado del río Barbata, podemos llegar a captar la ancestralidad y la fuerza de este recurso vegetal. En tan estrecha relación entre persona y planta, vislumbro que la sostenibilidad de la que habla el esparto no tiene que ver con una voluntad ecológica, sino de un equilibrio orgánico que puede surgir al regresar a la familia y al territorio. En este sentido la trenza de esparto, que bien podría ser su labor más primitiva, es un poderoso símbolo que une (respetando sus rasgos identitarios) las idiosincrasias individuales (del hacedor), del colectivo (cultura) y del territorio (la planta).
Hoy el esparto sigue creciendo silvestre, perfectamente adaptado como endemismo que és, y en abundancia, a pesar de todo el uso, abuso y olvido del que ha sido objeto. Esa indiscutible fortaleza es para mi una gran fuente de inspiración.